sacerdote cristiano. Y Fritigemo, que con muchos de los suyos se había hecho amano en369, prometió a Valente la “conversión” de la parte de su pueblo que todavía erapagana, algo que agradó a los oídos del fanático “hereje”, pero que para los godos fuemás bien cuestión de oportunismo: la miseria y los hunos por un lado, el atractivoImperio Romano por el otro. Sin embargo, sus explotadores oficiales y sus funcionarios,los acaparadores de alimentos y el hambre, que hizo que no pocos godos, hasta algunos jefes, vendieran como esclavos a sus propias mujeres e hijos (incluso a cambio de carnede perro)
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un negocio bastante corriente en el Danubio
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, el empuje de nuevos“bárbaros”, visigodos, taifales, alanos, hunos, sobre la frontera abierta, todo esto empujóa los recién llegados, que ocupaban toda la Tracia, a rebelarse y marchar sobreConstantinopla, uniéndose a ellos bandas de hunos, alanos y también esclavos,campesinos y trabajadores de las minas del país.
Los godos veían en su obispo Urfilas, nacido alrededor de 311 de padres godoscapadócicos, a un “hombre sacrosanto”. Escribiría en su lecho de muerte: “Yo, Urfilas,obispo y confesor”, un título honorífico que guarda relación con la persecución de losgodos cristianos, probablemente en 348. Sin embargo, igual que él
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un estrechocolaborador de Fritigemo, aunque cristiano, que, lo mismo que la Iglesiapreconstantiniana, “cultivaba con toda convicción una postura contraria a la guerraentre sus seguidores” (K.-D. Schmidt)
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sólo en el arrianismo veía la “
una sancta
”
,
entodos los demás cristianos anticristos, en sus iglesias “sinagogas del diablo” yespecialmente en el catolicismo una “teoría extraviada de espíritus malignos”, el obispoAmbrosio, por su parte, creía que el hecho de que no admitieran la salvación por la cruzsino únicamente en la imitación de Cristo, sea lo que sea lo que entendieran por ello,constituía “La característica más sobresaliente del arrianismo godo” (Giesecke).
Aun al comentar el Evangelio, Ambrosio podía citar elogiosamente las palabras dePablo, un abominador todavía mayor: “El amor es paciente, es bondadoso, no muestracelo, no se ufana”. Podía dejar correr la imaginación: “Pero ¿no sería maravilloso ‘ofrecerla otra mejilla a quien te golpea’?”. Sin embargo, en realidad Ambrosio no ofrecía ni unani otra mejilla, e incitaba con la consideración especialmente cristiana (y paulina): “¿Nose consigue con paciencia devolver los golpes doblemente [!] al que golpea, en forma del
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Eunap. fr. 42 s; 55. Ammian. 26,10,3; 27,4; 31,3 s. Zos. 4,10 s. Socr. h.e. 4,33 s. Soz. 6,37 s. Oros.7,32 s. Seeck, Untergang V 93 s, 101 s. Schwartz, Zur Geschichte des Athanasius 370. Delbrück,Kriegskunst II 280. Stein, Vom romischen 286 s. V. Campenhausen, Ambrosius 37 s. Schmidt, DieBekehrung 242 s. El mismo, Die Ostgermanen 233. Giesecke, Die Ostgermanen 69 s. Capelle 172 s.Baetke, Die Aumahme17. Komemann, Weltgeschichte II, 352. El mismo, Romische Geschichte II418 s. Ostrogorsky, Geschichte des byzantinischen Staates 43. Enssiin, Einbruch 100 s. Vogt, DerNiedergang Roms 310 s, 428. Dannenbauer, Entstehung 1195. Maier, Verwandiung 110. Claude,Westgoten 14 s, 26 s. Nehisen 161. Aland, Glaubenswechsel, 59 s. Wolfram, Gotische Studien 10.
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Historia Criminal del Cristianismo Vol. II
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